Buenos Aires (EP), 19 de julio 2023. Tanto en la Argentina como en el resto de los países productores, la extracción del mineral ejerce presión ambiental y social, lo que afecta la sostenibilidad de los ecosistemas.
El litio es uno de los elementos fundamentales para la transición energética, en especial porque es un insumo hasta ahora insustituible para la producción de las baterías de iones de litio, una tecnología clave para la descarbonización del transporte y el almacenamiento de energía generada a partir de fuentes renovables.
Su producción es considerada también fundamental para el crecimiento de las exportaciones, generación de empleo, incremento de la recaudación fiscal y creación de eslabonamientos productivos, así como para la creación de capacidades intensivas en conocimiento que puedan generarse a partir del aprovechamiento del recurso y promuevan un proceso de cambio estructural.
En 2021, la oferta mundial alcanzó niveles en torno a las 500.000 toneladas de carbonato de litio equivalente y los pronósticos sobre la evolución del mercado en los próximos años muestran una gran dispersión.
Sin embargo, sobre la base de las carteras de proyectos y los recientes anuncios, hay consenso respecto de que los cuatro principales países productores —Australia, Chile, China y Argentina— tendrán incrementos absolutos en su capacidad de producción.
América Latina y el Caribe, especialmente la región del triángulo del litio, es rica en este recurso. En consecuencia, los países que la integran han pasado a considerarlo un recurso estratégico, con potencial para promover su desarrollo económico.
En el caso de la Argentina, como de Chile y Bolivia, esta expectativa se sustenta no solo en la posibilidad de fomentar la creación de valor y la captación de la renta económica ligada al aprovechamiento del recurso, sino también en la creación de capacidades productivas y tecnológicas intensivas en conocimiento que contribuyan a un proceso de cambio estructural.
En ese sentido, un reciente informe de la Cepal titulado “Extracción e industrialización del litio. Oportunidades y desafíos para América Latina y el Caribe”, asegura que la naturaleza estratégica del litio radica en sus posibilidades de contribuir al desarrollo económico de los países.
En el caso de Argentina, el informe recuerda que se encuentra en curso la ampliación de dos explotaciones que ya están operativas (Minera del Altiplano y Sales de Jujuy); la construcción de seis proyectos nuevos; dos que han superado la fase de análisis de factibilidad; tres en etapa de prefactibilidad; cinco con evaluación económica preliminar y 20 en fase de exploración avanzada, de acuerdo a informes de la Secretaría de Minería.
Una particularidad es la gran cantidad de fusiones y adquisiciones, que incluyeron nuevos actores en la industria del litio y la existencia de un elevado grado de incertidumbre sobre la fecha efectiva de concreción de las inversiones, lo que, en gran medida, dependerá de las capacidades financieras para llevarlas a cabo.
Por otra parte, al analizar los anuncios la Cepal observa que no todas las empresas poseen una trayectoria con antecedentes en el mercado y que, por esta razón, se puede prever que serán las empresas líderes en la actualidad las que concentrarán la mayoría de las inversiones en ampliaciones de capacidad.
“Este recurso puede tener un impacto positivo a partir de una mayor creación de valor, es decir, del aumento del producto, de las exportaciones, del empleo y de la recaudación fiscal”, agrega el documento del organismo internacional que además plantea la necesidad de una agenda de desarrollo productivo en torno al litio “para promover su extracción en beneficio de las actividades económicas directa e indirectamente relacionadas al mineral”.
Sin embargo, estas oportunidades vienen acompañadas de desafíos para la propia actividad, por los riesgos de las proyecciones de demanda y puesta en funcionamiento de proyectos; posibles sustitutos del mineral o de las tecnologías que lo utilizan en sus componentes, así como para la actividad industrial, por las brechas en las capacidades de exploración y producción o consumo para insertarse en las cadenas de valor.
En este sentido, la Cepal entiende que los gobiernos de Argentina y de los otros países productores también enfrentan retos vinculados a la captura de las rentas económicas derivadas de la explotación del mineral como a la distribución y el uso de esos fondos para la inversión en otras formas de capital.
También, en la supervisión, vigilancia y control de las actividades extractivas por sus posibles impactos en el medio ambiente y las comunidades, teniendo en cuenta que, como toda actividad extractiva, la minería de litio también ejerce presión ambiental y social sobre los territorios de extracción, lo que afecta la sostenibilidad de los ecosistemas.
“En el caso del litio de salmuera, esto se origina principalmente en el estrés hídrico y los efectos sobre la biodiversidad y las actividades económicas tradicionales llevadas a cabo por los grupos sociales que habitan en las inmediaciones de los salares”, destaca la Cepal en su trabajo.
Gobernanza ambiental y qué pasa con el agua
Según el organismo, es necesario adecuar las regulaciones y los estándares vigentes para que las reglas respondan a una doble demanda. En primer lugar, argumenta que se deben contar con mecanismos que aseguren su participación en la regulación, la supervisión, la fiscalización y la gestión del impacto y los conflictos socio ambientales a lo largo de la vida de los proyectos extractivos.
En segundo lugar, señala que la gobernanza ambiental y social debe adecuarse a las mayores exigencias de los países y los consumidores de productos finales que contienen litio, como, por ejemplo, las baterías de iones o, considerando otros minerales estratégicos, los vehículos eléctricos.
Según la Cepal, “este proceso de adecuación debe considerar, entre otros aspectos, la evaluación y el mejoramiento de los espacios y mecanismos de participación y coordinación multiactor y multinivel, la transparencia y el acceso a la información pública y las capacidades de los Estados para supervisar y fiscalizar las regulaciones y los estándares y abordar y solucionar controversias o conflictos”.
Con respecto a esto último, dado el estrés hídrico en la minería del litio, el organismo internacional reclama incorporar o desarrollar prácticas y tecnologías para mejorar la eficiencia en el uso del agua y la energía, realizar un monitoreo integral de los salares, establecer tasas de extracción sostenibles, ofrecer mecanismos de compensación por la pérdida de biodiversidad o la degradación de los ecosistemas, entre otros.
Reglas dispares
Para los autores del trabajo recientemente publicado, los regímenes de gobernanza del recurso adoptados en cada uno de los países de la región difieren profundamente, lo cual significa que la gestión del litio y sus usos se rige por distintos tipos de reglas, en el marco de las cuales el Estado, el mercado y los actores sociales tienen distintas competencias, recursos e instrumentos. A pesar de esta heterogeneidad, la Cepal formula un conjunto de directrices de política orientadas a mejorar el potencial de Argentina y la región para aprovechar las oportunidades que ofrece el litio y contar con mejores herramientas para enfrentar los desafíos que presenta su explotación.
En se marco, destaca las siguientes directrices:
1) Ingresos fiscales e inversión pública y privada para captar una porción mayor de las rentas económicas de manera más transparente. Este proceso debe basarse en los criterios de progresividad, eficiencia y equidad de la tributación, en consonancia con la competitividad entre países. Para ello se debe incrementar la capacidad de supervisión y fiscalización de los Estados, particularmente en lo referido a la reducción de la elusión y la evasión fiscal en el comercio internacional.
2) Mejorar la distribución y el uso de las rentas económicas del litio mediante el apoyo a un proceso de cambio estructural, en favor de actividades más intensivas en conocimiento y tecnología. Esto requiere incentivos adecuados para movilizar recursos y atraer inversión extranjera y nuevas formas de asociación entre actores públicos y privados para asegurar la transferencia de conocimiento y tecnología.
3) Cooperación, coordinación e integración regional ya que el intercambio de conocimientos y experiencias puede contribuir a la mejora de las normas, los diseños y las prácticas vigentes en cada país.
4) Reforzar las oportunidades que ofrece la industrialización de minerales estratégicos y el desarrollo de cadenas regionales de valor, en especial de tecnologías para la transición energética y la electro movilidad. Una agenda regional de desarrollo productivo en torno al litio o los minerales estratégicos puede servir a este cometido para unir esfuerzos, complementar capacidades y buscar sinergias.
Las baterías y la industria automotriz
En el caso particular de las baterías de iones de litio, el documento de la Cepal entiende que constituyen una condición necesaria para la promoción de un mercado de la electro movilidad y las energías renovables de grandes dimensiones que contribuya a promover el desarrollo de capacidades industriales regionales para la producción de baterías y sus insumos.
Por ejemplo, la colaboración con la industria automotriz de la región, sobre todo entre países con capacidad instalada, como la Argentina, Brasil, Colombia y México, puede contribuir a acelerar el desarrollo del mercado de la electro movilidad o algunos de sus segmentos, como la electrificación del transporte público de pasajeros para las grandes ciudades.»
Fuente https://economiasustentable.com/