Buenos Aires (EP), 25 de julio 2023. La forestación debería ser en la Argentina una actividad productiva intensiva y continua. No solo no es así, pese a las grandes condiciones naturales que posee nuestro país para el cultivo de bosques (tierra, agua, climas), sino por el contrario la forestación solo aparece en los planes gubernamentales de manera fugaz y estentóreamente.
Muy distinto es lo que pasa en Brasil, este año con la inversión en el sector forestal nuestro socio del Mercosur incorporará unas 300.000 hectáreas más de bosques cultivados y con ello sumarán 1,7 millones forestadas.
La forestación intensiva es en Brasil una política de Estado, tienen proyectadas para el año 2030 (solo 7 años más) llegar a la marca de dos (2) millones de hectáreas cultivadas, sin contar la inversión extranjera, especialmente de Chile. A partir del año 2025 por las expectativas exportadoras del sector, los brasileños dicen con orgullo que se transformarán en la “Capital Mundial del Eucalipto”, en alusión a la especie arbórea más plantada.
Por otra parte, además de la importancia económica que significa el desarrollo forestal, hay que incluir y considerar el inmenso aporte que le hace a nuestro planeta en materia ambiental, especialmente en estos tiempos en que tanto se habla de “Cambio climático”.
A partir de distintos estudios científicos tendientes a mitigar el efecto invernadero algunas empresas preocupadas por lo que generan sus actividades industriales, empiezan a incorporar un nuevo sistema de medición ambiental, “la huella de carbono”. Con ella se busca medir la cantidad de gases efecto invernadero que se libera a la atmósfera a fin de utilizarlo como parámetro para conocer lo que se debe mitigar o compensar en materia ambiental. Si bien muchas empresas se muestran ocupadas en estudiar la “huella de carbono” que generan sus actividades, lo cierto que gastan más en publicitar lo poco que hacen que en lo que efectivamente invierten para revertirlo.
Seguramente ello está pasando por la ausencia del Estado en gestión y control ambiental, aunque debe reconocerse que existen valiosísimas excepciones.
Una de ellas a nivel gubernamental lo constituye el INTA y su Delegación del Alto Valle de Río Negro y Neuquén en particular, donde podemos ver el excelente trabajo de sus técnicos.
Podemos apreciar la publicación de numerosos estudios del INTA Alto Valle, pudiéndose destacar el que hicieron dos técnicos, Sergio Romagnoli y Esteban Thomas sobre “la huella de carbono de la producción de pera en la argentina”.
Romagnoli y Thomas concluyen lo siguiente: “para la región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, la transformación desde hace más de 100 años de una estepa arbustiva xerófila a cultivos perennes bajo riego representa un importante secuestro de carbono en la biomasa vegetal y en los suelos.” Este estudio permite valorar el gran aporte ambiental de la actividad frutícola del Alto Valle, claro ejemplo de lo que se podría hacer para atenuar el impacto del cambio climático que le ocasionamos a nuestro planeta.
El progreso de la humanidad ha estado ligado al desarrollo económico y éste al uso de combustibles fósiles, lo que ha generado un recalentamiento global con graves consecuencias para el futuro de la vida en la tierra, que obligan ahora a tomar medidas para atenuar sus efectos.
En este sentido, la forestación es una herramienta muy útil. Un estudio de la Universidad de Sevilla concluye: “Un árbol absorbe diariamente la contaminación generada por cien (100) automóviles de combustión fósil”.
Una de las acciones que pueden realizarse tendientes a mejorar los indicadores de la huella de carbono en la actividad forestal, es la producción de madera y de distintos subproductos. Puede verificarse científicamente cómo la forestación, a través del estudio de su huella de carbono, puede secuestrar el CO2 de la atmósfera y mantener sus indicadores favorables cuando el árbol se transforma en madera.
La forestación en la región andina cuenta con regímenes pluviales suficientes para el desarrollo de coníferas, no así en las estepas y valles de nuestra Patagonia, donde se riego. La región del Comahue posee una de las cuencas hídricas más importantes del país y la Patagonia en general está irrigada con grandes ríos y arroyos . Además, existe otro recurso hídrico desaprovechado como el agua ya tratada en plantas de efluentes de muchas ciudades , que se pierde y que podría utilizarse para riego forestal.
Así como el eucalipto es una de las especies forestales más plantadas en el litoral argentino, el álamo y el sauce son las variedades forestales más plantadas en la estepa patagónica y muy especialmente de nuestros valles, su adaptabilidad y resistencia permiten verlos desde el Alto Valle hasta Tierra del Fuego.
Si se aprovecharan muchos de los valles de nuestra Patagonia con excelentes posibilidades de riego por gravitación para impulsar la forestación de salicáceas (álamos, sauces) para de desarrollar grandes cuencas madereras, no sólo se podrían crear miles de puestos de trabajo, sino que además se haría una fuerte contribución al mejoramiento del cambio climático.
Fuente https://www.rionegro.com.ar/
Fotografía El Ágora diario del agua