Buenos Aires (EP), 19 de octubre 2023. Sin dudas, el litio es un nuevo foco exportador que genera altas expectativas para los próximos años y es protagonista de discursos políticos diversos.
Sin embargo, el candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, mencionó al elefante en la habitación minera que por ahora es ignorado: el cobre. El “metal rojo” puede ser la mayor apuesta a largo plazo y la llave para la electrificación de la matriz energética.
El sector minero en Argentina cuenta con 21 proyectos en producción: 13 de oro, tres de plata, tres de litio, uno de plomo y uno de carbón. Estos proyectos significaron en 2022 U$S 3.857 millones en exportaciones, el mejor resultado exportador desde 2012. Dentro de este universo, a diferencia del litio, el cobre no parece tener fecha de vencimiento como elemento codiciado para el aparato productivo mundial del futuro. Y Massa lo sabe.
Las cifras prueban que la minería se encuentra en alza, impulsado por la demanda de dos minerales esenciales para la transición energética que Argentina tiene en abundancia: litio y cobre. De acuerdo a proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, para 2040, la demanda global de minerales y de metales para las tecnologías de energía limpia se duplicaría; y Argentina podría convertirse en un actor clave para reducir la brecha entre la producción actual y la demanda futura.
Misma cordillera, distinta producción
El potencial geológico-minero argentino se encuentra subaprovechado en relación con otros países, como Chile o Perú. En el litio el potencial está comenzando a despegar, pero el cobre puede ser la mayor apuesta a largo plazo. Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Salta y Jujuy explican más del 95 % de las exportaciones mineras. Estas cinco provincias cordilleranas encuentran en la minería una oportunidad para desarrollar sus entramados productivos con base en la dotación de recursos, que difiere notablemente respecto de la región centro del país.
El Régimen de Inversiones para la Actividad Minera -vigente desde el año 1993- promueve la inversión mediante diversos incentivos fiscales y tiene como beneficio troncal a la estabilidad fiscal y cambiaria. Según apuntes de la consultora Fundar, “ninguna de las dos condiciones se ha cumplido cabalmente en los 30 años de vigencia del Régimen”. El esquema tributario actual para el sector responde a una sucesión de coyunturas e instrumentos desarticulados entre distintos niveles de gobierno. La característica transversal a todos ellos -regalías, aportes, derechos de exportación- es que no son progresivos.
Los regímenes más estables tienden a estar atados a los resultados operativos. En cambio, un régimen regresivo desalienta la inversión y priva al Estado de capturar mayores ingresos en ciclos de precios altos. Los recursos minerales son no renovables y hoy prácticamente no existe una asignación específica que garantice que las futuras generaciones gozarán de los beneficios de haberlos explotado. Como resumió el economista Emmanuel Álvarez Agis en el canal de streaming Gelatina: “Podés tener reservas de litio equivalentes a tres pampas húmedas, pero sin una macroeconomía estable no se genera un derrame sobre la economía”.
Además de los cinco proyectos en construcción de litio, existe uno de cobre en la misma fase: Josemaria es operado por la empresa canadiense Lundin, ubicado en la provincia de San Juan. Desde el Gobierno afirman que este proyecto permitirá al país volver a posicionarse como un productor y proveedor de cobre. Pero no es el único, en Salta está en vistas de desarrollo el proyecto Taca Taca, con una inversión prevista de US$ 3.500 millones.
Actualmente en construcción, estima dar inicio a sus operaciones en el año 2026, con una vida útil de 19 años. La construcción del proyecto supone una inversión inicial de U$S 4.061 millones. En función de la producción de 131 mil toneladas estimadas, las exportaciones proyectadas de este proyecto ascienden a U$S 1.400 millones anuales. En términos de empleo se prevé que este proyecto genere 4.000 puestos de trabajo en la construcción y alrededor de 1.000 empleos directos durante la etapa operativa.
La industria del cobre genera aproximadamente U$S 150.000 millones al año, esto es nada menos que un tercio del PBI de la Argentina. Si los proyectos en cartera se ponen en producción, en 2030 el potencial exportador del cobre podría ascender a U$S 6.514 millones.
Cómo potenciar la actividad
Para Fundar, la variable decisiva en términos de radicación de inversiones en el sector minero, como en otros que requieren grandes volúmenes de inversiones, es la estabilidad y predictibilidad del marco normativo. Un régimen fiscal “más flexible y progresivo aportaría a la estabilidad ya que desalentaría las reiteradas revisiones o la creación de nuevos tributos”.
En términos cambiarios, “mejorar el diseño del régimen de acceso al mercado, de manera de garantizar la remisión de utilidades y cumplimiento de compromisos externos tanto para nuevas inversiones como para las existentes”, lo que fortalecería la “credibilidad intertemporal”. Las medidas precautorias impuestas por la restricción externa “0crean una paradoja circular por la cual las inversiones que permitirían aliviar la restricción no se concretan”, subrayó el informe.
Desarrollar el potencial geológico está vinculado a la disponibilidad de infraestructura en una región específica, fundamentalmente transporte y energía. Por eso, “propiciar la inversión público-privada en dichos rubros promoverá sinergias para impulsar este y otros sectores, como el turismo o la agroindustria”, añadió Fundar. Por último, apuntó que la estabilidad de los esquemas tributarios “va de la mano de su capacidad de acompañar las variaciones de costos y los ciclos de superrentas asociados a los precios internacionales”.
Fuente: El Esquiú
Fotografía: BNamericas